¡Ay, la cocina….! Qué gran dilema… ¿La pongo bonita o práctica? ¿Vintage o integrada? ¿Se pasarán de moda los colores? ¿Será demasiado fría…? ¿Demasiado seria…? ¿Demasiado oscura…?
La cocina es un espacio que cambiaremos al menos una o dos veces a lo largo de nuestra vida en la misma casa, y sin embargo nos trae de cabeza su rediseño… Vivimos tanto en ella, que sabemos exactamente las necesidades de espacio que tenemos, el mueble que nos vendría bien aquí o allá, en qué zona concreta necesitamos más luz, y así sucesivamente…
Pues, señores, no hay recetas… La solución es que cada uno ponga la cocina como le plazca, pero si es posible que la personalice. Nada más frío que la cocina-laboratorio que pretenden vendernos las cadenas de muebles integrados para la cocina, y nada más incómodo que una cocina de las de antes para el quehacer de cada día.
Probablemente «en el justo medio está la virtud», como asevera el dicho popular… Si tu cocina es ultramoderna, reserva el rincón de la mesa para darle algún toque rústico y con sabor: quizá una pared de ladrillo, una lámina vintage, una pizarra para apuntar los «olvidos»…
Si, en cambio, tu cocina es rústica o vintage, no dejes de disfrutar de las comodidades de hoy día (encimera corrida, modernos electrodomésticos, pulcros tiradores y gavetas que se deslizan suavemente para desplegar ante ti un orden perfecto…).
Lo importante es que sea una cocina singular, original, vivida y donde todos se sientan cómodos. Que disponga de todos los elementos necesarios para cocinar en ella (quizá también para realizar las tareas de mantenimiento de la ropa), pero sobre todo para sentarse cómodamente a disfrutar del desayuno o la cena. Y, sobre todo, vivir el espacio y conocer cada uno de sus rincones, porque el secreto de una buena cocina no lo tiene ninguna tienda, ni ninguna marca, ni ningún vendedor: el secreto de la cocina que se adapta a las necesidades de ti y de los tuyos sólo lo tienes TÚ. Observa, escucha, toca, siente… Seguro que tu cocina te está diciendo cómo quiere ser…